La historia de la CIA y su vinculación con el Servicio de Inteligencia Egipcio data desde 1952, cuando el Movimiento de los Oficiales Libres, un movimiento de oficiales jóvenes, recibió el apoyo de la agencia estadounidense para derrocar la monarquía.
Gamal Abdel Nasser, uno de aquellos oficiales, llegó al poder en 1956 y pidió a Estados Unidos le asegurara que la CIA no trabajaría contra él. Como es natural, el Embajador estadounidense le dio todas las seguridades posibles sobre este asunto, para que posteriormente Nasser descubriera más de un complot contra su persona organizado por la mencionada organización. El libro de Tim Weiner Legacy of Ashes menciona alguno de estos incidentes.
Algo similar le sucedió al sustituto de Nasser, Anwar al-Sadat con el que se estableció una relación de apoyo, mientras que frecuentemente la CIA conspiraba contra el mismo. Mientras EE.UU. brindaba seguridad ante intentos de asesinato y golpes de estado, utilizaba esto para justificar la escucha electrónica y la penetración al gobierno egipcio. En resumen obtenía más que lo que ofrecía.
Las relaciones de la CIA con Egipto se fortalecieron como consecuencia de la guerra contra el fundamentalismo islámico. Michael Scheuer, el primer jefe de la oficina de la CIA dedicada a la captura de Bin Laden logró que las autoridades egipcias la permitieran trasladar a su territorio a los miembros de Al Qaeda detenidos y además, someterlos a fuertes interrogatorios. De acuerdo con la información existente, cerca de 70 prisioneros estuvieron en las cárceles egipcias, donde fueron sometidos a vejaciones y torturas, según plantea Jeff Stein del Washington Post.
El funcionario egipcio que se encargó de garantizar todo lo relacionado con la operación de la CIA lo fue Omar Suleiman, Jefe de la Inteligencia Egipcia, que Hosni Mubarak acaba de nombrar como su Vicepresidente.
Edward S. Walker, el actual Embajador de Estados Unidos en El Cairo, califica a Suleiman como un funcionario brillante y realista, que conoce las dificultades y errores en que se ha involucrado el actual gobierno egipcio.
El nombramiento de Suleiman es una estratagema de Estados Unidos para presentar un “cambio” ( como los que le gustan al Premio Nobel de la Paz), darle una salida a Mubarak, que se ha portado bien con ellos y dejar en el poder alguien de su entera confianza que tratará de satisfacer los reclamos del pueblo egipcio hasta donde estos atenten contra la intereses de Estados Unidos.
El gobierno de Suleiman debe brindar estabilidad y mostrarse como un gobierno de transición que incorporará a su gabinete algunos miembros moderados de la oposición y sobre todo mostrar una nueva alianza entre la población y las fuerzas represivas. Los millones de dólares de Washington ya están listos para salir hacia Egipto.
Gamal Abdel Nasser, uno de aquellos oficiales, llegó al poder en 1956 y pidió a Estados Unidos le asegurara que la CIA no trabajaría contra él. Como es natural, el Embajador estadounidense le dio todas las seguridades posibles sobre este asunto, para que posteriormente Nasser descubriera más de un complot contra su persona organizado por la mencionada organización. El libro de Tim Weiner Legacy of Ashes menciona alguno de estos incidentes.
Algo similar le sucedió al sustituto de Nasser, Anwar al-Sadat con el que se estableció una relación de apoyo, mientras que frecuentemente la CIA conspiraba contra el mismo. Mientras EE.UU. brindaba seguridad ante intentos de asesinato y golpes de estado, utilizaba esto para justificar la escucha electrónica y la penetración al gobierno egipcio. En resumen obtenía más que lo que ofrecía.
Las relaciones de la CIA con Egipto se fortalecieron como consecuencia de la guerra contra el fundamentalismo islámico. Michael Scheuer, el primer jefe de la oficina de la CIA dedicada a la captura de Bin Laden logró que las autoridades egipcias la permitieran trasladar a su territorio a los miembros de Al Qaeda detenidos y además, someterlos a fuertes interrogatorios. De acuerdo con la información existente, cerca de 70 prisioneros estuvieron en las cárceles egipcias, donde fueron sometidos a vejaciones y torturas, según plantea Jeff Stein del Washington Post.
El funcionario egipcio que se encargó de garantizar todo lo relacionado con la operación de la CIA lo fue Omar Suleiman, Jefe de la Inteligencia Egipcia, que Hosni Mubarak acaba de nombrar como su Vicepresidente.
Edward S. Walker, el actual Embajador de Estados Unidos en El Cairo, califica a Suleiman como un funcionario brillante y realista, que conoce las dificultades y errores en que se ha involucrado el actual gobierno egipcio.
El nombramiento de Suleiman es una estratagema de Estados Unidos para presentar un “cambio” ( como los que le gustan al Premio Nobel de la Paz), darle una salida a Mubarak, que se ha portado bien con ellos y dejar en el poder alguien de su entera confianza que tratará de satisfacer los reclamos del pueblo egipcio hasta donde estos atenten contra la intereses de Estados Unidos.
El gobierno de Suleiman debe brindar estabilidad y mostrarse como un gobierno de transición que incorporará a su gabinete algunos miembros moderados de la oposición y sobre todo mostrar una nueva alianza entre la población y las fuerzas represivas. Los millones de dólares de Washington ya están listos para salir hacia Egipto.
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