Frankfurter Allgemeine Zeitung, de Fráncfort del Meno: “La culpa de la miseria del socialismo real caribeño nunca la han buscado los gobernantes cubanos en sí mismos. El archienemigo, Estados Unidos, ha tenido siempre que servir de coartada para el fracaso de un sistema que hasta 1989 fue disfrazado por la Unión Soviética; el colapso total, desde ese entonces, ha podido ser evitado sólo con uñas y dientes. También a la cúpula cubana parece ir quedándole claro que su poderío está en juego si sigue negándose a un cambio estructural. La inclusión de la Iglesia Católica, como “un actor nacional”, en las negociaciones en torno a la liberación de varias docenas de presos políticos fue un primer signo de un intento de dirigir desde arriba un cambio que, tanto en la población como en buena parte de la nomenclatura, parece indeclinable”.
No cree en el modelo cubano
Le Figaro, de París: “Fidel Castro siempre ha disfrutado de estar en el candelero. Desde su reaparición a comienzos de julio, después de una enfermedad de cuatro años, el viejo líder de la Revolución Cubana ha vuelto, cada vez más menudo, a tomar la palabra en público. Y cada una de sus apariciones es más asombrosa que la otra. A un periodista estadounidense, a quien convocó a La Habana, el líder máximo le confesó que él mismo no cree más en las bondades del “modelo cubano”. A todas luces, Fidel Castro se ha curado de su enfermedad intestinal, que en 2006 lo obligó a entregar la presidencia a su hermano Raúl. Ahora está tratando de inventarse una nueva personalidad”.
No les queda más que el cambio de curso
Märkische Oderzeitung, de Brandeburgo: “A la pregunta de si todavía quiere exportar a todo el mundo el modelo cubano, Fidel Castro responde ahora: "no nos sirve ni a nosotros". Y tiene razón. Sólo no queda claro qué conclusiones saca el régimen de La Habana de ello y qué papel desempeña en esto Fidel. A comienzos de agosto, su hermano menor, Raúl, quien heredó el puesto de jefe de Estado, anunció una tímida liberalización económica; ésta es tan tímida que casi se puede calificar de microscópica. El valor de hacer un gran cambio de dirección, como el que los compañeros de Pekín realizaron para sacar adelante a su país, no se percibe aún en Cuba. Pero, ¿qué más les queda después de esta confesión?”
No cree en el modelo cubano
Le Figaro, de París: “Fidel Castro siempre ha disfrutado de estar en el candelero. Desde su reaparición a comienzos de julio, después de una enfermedad de cuatro años, el viejo líder de la Revolución Cubana ha vuelto, cada vez más menudo, a tomar la palabra en público. Y cada una de sus apariciones es más asombrosa que la otra. A un periodista estadounidense, a quien convocó a La Habana, el líder máximo le confesó que él mismo no cree más en las bondades del “modelo cubano”. A todas luces, Fidel Castro se ha curado de su enfermedad intestinal, que en 2006 lo obligó a entregar la presidencia a su hermano Raúl. Ahora está tratando de inventarse una nueva personalidad”.
No les queda más que el cambio de curso
Märkische Oderzeitung, de Brandeburgo: “A la pregunta de si todavía quiere exportar a todo el mundo el modelo cubano, Fidel Castro responde ahora: "no nos sirve ni a nosotros". Y tiene razón. Sólo no queda claro qué conclusiones saca el régimen de La Habana de ello y qué papel desempeña en esto Fidel. A comienzos de agosto, su hermano menor, Raúl, quien heredó el puesto de jefe de Estado, anunció una tímida liberalización económica; ésta es tan tímida que casi se puede calificar de microscópica. El valor de hacer un gran cambio de dirección, como el que los compañeros de Pekín realizaron para sacar adelante a su país, no se percibe aún en Cuba. Pero, ¿qué más les queda después de esta confesión?”
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